Javier Villamor
La crisis producida por el coronavirus ha puesto aún más
de relieve la batalla de las élites globales por el control de la
narrativa. Este control ha permitido a los dueños del mundo
ahondar como nunca en la pseudorealidad que les asegura
sus cuotas de poder y mantener al resto en una situación de
cierto reposo latente con el fin de mantenerlos en la ignorancia.
Pero con el COVID-19 lo que ha resultado es que, dado el
nivel de hastío de gran parte de la población por la crisis
financiera cuasi perpetua y la corrupción de los gobernantes
nacionales e internacionales, la sociedad está empezando a
desconfiar en los organismos de propaganda del sistema. La
crisis de credibilidad de los medios de comunicación siempre
ha sido una constante en la era posmoderna, pero se disparó
en especial desde el surgimiento de conceptos como “fake
news” (bulos, en español) o “postverdad”.
¿A qué se debe este hecho? Hay múltiples factores que lo
explican, pero lo más evidente es la burda utilización de
los medios de comunicación de masas como generadores de cortinas de humo para beneficio de empresarios que
instauran a través de ellos un espejo en el que desean que
la sociedad se refleje y que deje de pensar que hay algo
más allá de lo que se le está diciendo.
La crisis producida por el coronavirus
ha
puesto aún más de relieve la batalla
de las
élites globales para el control
de la narrativa.
La manera en que ha reaccionado el mundo, los medios de
comunicación y las naciones más poderosas del planeta
ante la crisis del coronavirus ha hecho despertar a una
gran cantidad de ciudadanos del letargo.
La información que nos llega es contradictoria, errónea,
falseada, interesada... Nada nuevo bajo el sol, eso es cierto,
pero en este caso ha ocurrido algo nunca antes visto: ya
se habla abiertamente de Nuevo Orden Mundial.
Sí, lo que por muchos años ha sonado como algo intangible,
etéreo o inconcreto –algo propio de locos, prácticamente–
ha resultado ser finalmente verdad. Y por muy extraño que
parezca, son los gobernantes y algunas multinacionales
los que ya hablan abiertamente de este concepto, de esta
“nueva normalidad” como la han denominado. Bonito
eufemismo... pero no es más que eso, un eufemismo.
¿Qué relación tiene todo esto con la pandemia? Es lo que
vamos a ver.
COVID19, ¿contagio natural o invento del ser
humano?
El origen del nuevo coronavirus es en sí un ejemplo de
esa batalla por la narrativa a la que hacía referencia al
comienzo del texto.
Una vez China confirmó el estallido del brote a finales de
diciembre de 2019, vimos cómo la Organización Mundial de
la Salud (OMS) minimizaba la capacidad de daño del virus
y recomendaba no tomar precaución alguna ni restringir
el tráfico de personas dejando las fronteras abiertas.
Esto resultó ser un craso error que miles de personas por
todo el mundo han pagado con su vida. Recientemente
hemos sabido que Taiwán, por orden de su ministra Tsai
Ing-wen, ya informó poco después del brote en China de
la gravedad de la situación, pero la OMS, comandada por
el marxista declarado Tedros Adhanom, hizo caso omiso
de la advertencia.
Como curiosidad, cabe destacar que Taiwán no es miembro
de la OMS por las presiones de China ante el conflicto
diplomático que mantienen ambos países por el deseo
expansionista del gigante asiático.
Tras el brote, estalló la batalla por la (des)información.
Recibimos constantemente un bombardeo informativo
que no deja ver más allá de lo que nos cuentan: número
de muertos e infectados en tiempo real como si de
estadísticas deportivas se trataran, políticos echándose
la culpa unos a otros... el típico circo mediático al que nos
tienen acostumbrados, solo que potenciado.
Mientras, la pregunta que todos nos hacemos es: “¿de dónde
demonios ha salido este virus que ha bloqueado el mundo
de la noche a la mañana?”. La respuesta no está en los
medios de comunicación habituales, tampoco es posible
señalar con exactitud el origen, pero pueden rastrearse
ciertas pruebas que ayuden a, al menos, comprender qué
intereses económicos y políticos hay detrás de todo esto.
Siguiendo la pista a una cepa
Hay varias vías de investigación de este virus. Una, digamos,
internacional y, otra, “made in China”. Una no excluye a la
otra, como veremos.
La vía internacional comienza cuando la OMS notifica
acerca de una nueva cepa de coronavirus en el año 2012
en Arabia Saudí que se mantiene activa hasta el año 2013.
En ese momento, las referencias a la misma desaparecen
hasta que sale a la luz el nuevo COVID-19. ¿Qué ocurrió
en todo ese tiempo?
El 4 de mayo de 2013, el Laboratorio Nacional de Microbiología
de Winnipeg MB, Canadá, recibió el novedoso coronavirus
del Centro Médico Erasmus de Rotterdam, Países Bajos.
El doctor Frank Plummer, experto internacional en la lucha
contra el virus del ébola, lo confirmó en un artículo el 14
de mayo de 2013. En el laboratorio canadiense trabajaba
una pareja de científicos chinos que robaron esta cepa y
otras, como la del ébola, y se las llevaron a China. Se teme
que esa pareja fueran realmente agentes encubiertos del
Partido Comunista Chino.
Algo que llama la atención es que tanto el doctor Plummer
como el doctor Salama, director ejecutivo del Departamento
de Salud Global de la OMS, han muerto hace apenas dos
meses en plena crisis del coronavirus. El primero de un
infarto y el segundo de “muerte repentina”.
Ya se habla abiertamente de Nuevo Orden
Mundial.
Sí, lo que por muchos años ha
sonado como algo intangible,
etéreo
o inconcreto –algo propio de locos,
prácticamente-
ha resultado ser finalmente
verdad
Sigamos con el viaje temporal. En 2014, se construyó en
Wuhan un laboratorio franco-chino para el estudio de virus
infecciosos. Puede tener relación o no, pero Francia fue de
los primeros países en descartar que el COVID-19 viniera de
Wuhan en China. ¿Por qué lo aseguraron categóricamente
sin mostrar prueba alguna?
En 2015, la empresa británica Pirbright patentó una vacuna
contra el coronavirus. Esta empresa ha sido financiada por
la fundación Bill y Melinda Gates.
En ese mismo año, Bill Gates impartió una conferencia en
TED en la que avisó de los peligros de una posible pandemia
que podría llegar a matar a unos 30 millones de personas
en todo el mundo. En otra conferencia señaló que se podría
reducir el crecimiento de población mediante el uso de
vacunas, el sistema de salud y la “salud reproductiva”
(eufemismo para no decir aborto).
Sí, así lo dijo.
Tanto Bill como Melinda Gates son unos apasionados
del control de natalidad, como otros tantos miembros de
la élite empresarial y política mundial. Entre ellos, Felipe
de Edimburgo, el marido de la reina Isabel II de Inglaterra,
quien dijo, textualmente, “si pudiera reencarnarme, me
gustaría volver como un virus mortal con el fin de contribuir
a resolver la superpoblación”. Este señor aboga por reducir
la población mundial a dos mil millones de personas, lo
que supone eliminar a cinco mil millones.
Como podemos comprobar, parte de la élite que gobierna
el mundo es una entusiasta genocida.
Vamos ahora al rastro “made in China”
La doctora china Shi Zhengli es una experta reconocida a
nivel internacional en el coronavirus trabajando durante
años en el Instituto de Virología de Wuhan.
El virus que nos
ocupa está presente en la naturaleza en muchos animales,
incluido el ganado del que nos alimentamos, pero no tenía
la capacidad para mutar e infectar al ser humano.
No, al menos, hasta que Zhengli consiguió entre 2010 y
2013 modificar algunas de las proteínas del coronavirus
salvaje para que pudiera afectar a organismos diferentes
a los murciélagos, entre otros. Según demuestra en sus
estudios científicos, las pruebas fueron positivas en
chimpancés, organismos biológicamente semejantes a
los seres humanos.
En 2015, el científico Declan Butler llamó la atención en
la revista Nature sobre lo extremadamente peligroso que
es el hecho de haber modificado un virus semejante en
laboratorio con un claro potencial para el uso militar en
la guerra biológica.
¿Es posible que la doctora Zhengli pudiera haber terminado
su trabajo con algunas de las cepas previamente tratadas
en Canadá provenientes de Rotterdam? Es más, en esos
años realizó varios viajes a países como EE.UU. y Canadá.
¿Con quién se encontró en esos viajes? ¿Puede haber una
relación entre ellos?
Soros y China
Todo indica a que el virus que estamos sufriendo ha sido
creado en laboratorio, a pesar de que todavía seguimos
siendo bombardeados con noticias que niegan todas las
evidencias y que insisten en la transmisión natural de
pangolines y murciélagos. La última en defender esta tesis
ha sido la OMS, pero su extraña relación con China resta
toda credibilidad a esta afirmación.
Como sea, queda claro que detrás de este virus también
existen unos intereses comerciales, como es habitual. Y,
en este caso, quiero fijarme en la figura del multimillonario
de origen húngaro George Soros.
Según un informe de la Comisión de cambio y valores
de Estados Unidos del primer tercio de 2011, el fondo de
George Soros (Soros Fund Management) invirtió en la
empresa Wuxi Pharmatech Cayman enfocada en productos biotecnológicos y creada en Shanghái en el año 2000. En
el año 2008, la empresa compró App Tech.
Un año después de esta inversión, Wuxi construyó un
laboratorio en la ciudad de Wuhan (concretamente en el
número 666 de Gaoxin Road East Lake), la misma ciudad
donde se encuentra el Instituto de Virología y en donde,
supuestamente, estalló todo.
Wuxi App Tech es una empresa que trabaja, en especial,
en tres campos: terapia genética y celular, vectores
virales y productos virales. En resumen, se especializa
en bioingeniería y en la producción de tests virales.
Esta empresa se encuentra muy cerca de laboratorio P4
de alta seguridad en el que se habría tratado el actual
COVID-19. Este laboratorio pertenece al Instituto de Virología
de Wuhan que, a su vez, pertenece a la Academia China de
Ciencias.
El director del laboratorio es Yuan Zhiming quien
fue el responsable de la creación de la ciudad científica
de Wuhan. Antes hablamos de Francia, resulta que el país
galo fue el que diseñó el laboratorio P4 de Wuhan. ¿Niegan
toda relación entre el COVID-19 y China para eliminar toda
hipótesis que guíe hasta ellos?
Yuan Zhiming colabora con Jiang Zhicheng, hijo de Jiang
Mianheng, hijo de Jiang Zemin, ex líder supremo del
Partido Comunista Chino. Zhicheng (nieto de Zemin) es
el responsable de Wuxi App Tech, dueña de la farmacéutica
Fosun asociada a la norteamericana Gilead en la producción
de Remdesivir, uno de los fármacos que se están testeando
en este momento contra el coronavirus.
Soros invirtió en eso hace años. ¿Sabía algo?
Pero el multimillonario no solo tiene intereses en China. En
mayo de 2019 compró acciones de Grifols –multinacional
española radicada en Cataluña–, por un valor de 38 millones
de euros.
Esta empresa está enfocada en productos
hemoderivados (plasma sanguíneo, etc.). Poco después,
entra Capital Group con una inversión de 400 millones de
euros. A su vez, la empresa Genómica (también con una de
sus sedes en Wuhan) saca al mercado español el test para
el coronavirus COVID-19. Genómica pertenece a PharmaMar
que se alía con Grifols en la esfera internacional para luchar
contra el coronavirus. Organismos supranacionales ya
han firmado acuerdos con ambas empresas. ¿Resultado?
Revalorización de estas empresas por encima del 35% para
Grifols y por encima del 28% para PharmaMar. Negocio
redondo en poco más de seis meses de inversión para
Soros y otros inversores que le siguieron. ¿Casualidad?
Saquen ustedes sus conclusiones.
Las consecuencias políticas del coronavirus
La respuesta de la élite no se ha hecho esperar, es como
si esta pandemia les hubiera caído del cielo.
Organismos internacionales como la OMS, la ONU, la Unión
Europea y un largo etcétera ya hablan abiertamente de
cesión de soberanía a estos entes para poder hacer frente
a “los retos que plantea para la salud pública” este virus,
según nos comentan.
Políticos como el presidente español, Pedro Sánchez, son
conocidos por ser títeres de los globalistas como George
Soros y los fondos de inversión. Es más, Sánchez se ha
reunido en numerosas ocasiones con el magnate sin
dejar constancia a pesar de los requerimientos por parte
del Comité de Transparencia. Ha declarado las reuniones
como “secretas”. ¿Acaso la transparencia no es un requisito
clave para hablar de democracia? Vemos que la están
erosionando cada vez más y sin control alguno.
Pero en la órbita de Soros no solo está Pedro Sánchez.
También se encuentran la ministra de Exteriores González
Laya, el ex ministro de Industria Miguel Sebastián, periodistas
de Eldiario.es, plataformas de libertad de información,
organizaciones, fundaciones... El entramado es imposible
de detallar aquí pero penetra en todas las capas de las
sociedades.
Los políticos títeres de los globalistas totalitarios ya se han
quitado la careta. En las últimas semanas, la portavoz del
gobierno social-comunista español ha hablado abiertamente
de Nuevo Orden Mundial. En la sesión de control del 22
de abril, una parte del discurso del presidente filtrado a
los periodistas por parte de Moncloa, decía lo siguiente:
“La pandemia tiene como objetivo acelerar cambios que
ya venían de hace años: el cambio en el teletrabajo, en el
consumo, hacia la digitalización y la automatización, hacia
formas de gobernanza mundial”. Sánchez, en el estrado,
cambió “objetivo” por “efecto”, pero los medios ya habían
transmitido el mensaje original. Se les escapó el matiz
que desmonta todo su relato.
Los políticos títeres de los globalistas
totalitarios
ya se han quitado la careta.
El
presidente Pedro Sánchez decía lo siguiente:
“La pandemia tiene como objetivo acelerar
cambios
que ya venían de hace años: el
cambio en el teletrabajo,
en el consumo,
hacia la digitalización y la automatización,
hacia formas de gobernanza mundial”.
Sí, exactamente el discurso filtrado indicaba que la pandemia
tiene como objetivo todo eso.
Eso quiere decir que hay
una intención clara detrás de ella con la intención, como
han dicho, de modificar radicalmente el mundo conocido
mediante ingeniería social.
Uno de los más entusiastas de esto es, nuevamente, Bill
Gates, quien está financiando el proyecto ID2020 para
el control digital de toda la humanidad y una especie de
tatuaje formado por polímeros y azúcares que serviría
para identificar quiénes han sido vacunados y quiénes
no. Esto se implementaría a la par que la vacuna universal
de Bill Gates subvencionada y promocionada por la élite
política y financiera mundial. Mediante estos dispositivos
el Estado tendría un control absoluto sobre la población
y acceso total al registro de cada individuo (información
laboral, sanitaria, económica...).
La humanidad está al borde de un precipicio nunca antes
visto ni imaginado donde el control será prácticamente
absoluto.
Nos encontramos ante una élite globalista que desea
subyugar la economía y política mundial bajo su cetro de
mando.
Juntos podemos evitarlo si la humanidad despierta del
letargo del materialismo individualista al que nos llevan
sometiendo décadas. No es tarde si reaccionamos ya. La
libertad bien lo merece.
(*) Javier Villamor Cantera es doble licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad
CEU San Pablo de Madrid. Previamente cursó dos años de Ciencias Biológicas en la Universidad Complutense
de la misma ciudad. Forjado en redacciones de papel, ha evolucionado al mundo digital pasando por TV.
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